Versalles. Tradición y vanguardia.

maria-antonieta

No sé si recuerdan la película de Sofia Coppola en la que narra la vida palaciega de María Antonietta. La apuesta de la Coppola combinaba los peinados Luis XVI con la música de vanguardia. Pongan en una coctelera una encaje de puntillas y un vídeo de Lordi y obtendrán algo parecido.

Versalles es un destino prisionero de su espacio. Digamos que el Rococó de arañas, espejos y cajitas de música es un escenario más bien refractario a la estética Ikea contemporánea. Sin embargo, éste es uno de los grandes destinos turísticos de Francia. Pero como en la película de Coppola, el ambiente versallesco se conjuga con la innovación turística. Estamos ante uno de los viveros de iniciativas turísticas más sugerentes del país. Vanguardia y tradición. Veamos algunos ejemplos.

Versalles era conocido por dos aspectos. En primer lugar, cuida la investigación. Posee un excelente inventario de las esculturas del Palacio, que es un paraíso para los estudiosos del arte. Innovó también con la adopción de esculturas, que recibió tanto alabanzas como críticas puntillosas. Su agresiva política comercial le ha llevado a ofrecer el perfume de la Reina al módico precio de 8.000 euros la unidad: huela usted como una Reina.

Pero estamos aquí por una de sus iniciativas más recientes: el Gran Versalles numérico. La propuesta evoca la fallida apuesta de Salamanca por el patrimonio móvil. En síntesis, la apuesta es convertir Versalles es un laboratorio de experimentos que fusionen el turismo cultural y las tecnologías de la información y la comunicación. La mayor parte de las iniciativas ya han sido ensayadas en otros espacios, pero es el primer ejemplo que conozco en el que se crea un espacio virtual de experimentación. Podemos realizar un paseo virtual (precisa del programa Virtools), viajar por el tiempo por la interfase cronológica, utilizar los podcast y el universal ipod y ensayar de nuevo las aplicaciones en formatos nuevos como las Palm. Jueguen un poco entre los jardines virtuales. Aunque al principio sólo escuchen las risas libertinas de los cortesanos, pronto apreciarán el eco revolucionario de fondo.